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DAEDORN TALES: Zealoth

 

A continuación os presento una serie de Relatos y Trasfondo que estoy creando para un nuevo proyecto que acompaña a un juego de cartas y de rol. Antes de empezar con lo que realmente será "Daedorn Tales" quiero poneros un poco en situación. Espero que os guste, por supuesto que se admiten todo tipo de ayudas y comentarios. Gracias.

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DAEDORN, uno de los continentes de Zealoth.

 

Nadie conoce con exactitud los hechos del nacimiento de nuestro mundo, Zealoth, lo único que sabemos es que al principio todo era Caos y oscuridad; luego algo cambió y se alzaron en el infinito las Deidades que amasarían el mundo y forjarían sus habitantes.

Cuentan las leyendas que la primera en nacer fue Úsula, la diosa de la piedad, el inicio y la creación. Fue obra suya el inicio de Zealoth así como la composición de sus continentes y la distribución de sus tierras.

Rápidamente, mientras Zaeloth tomaba forma nacieron los gemelos Dix y Xid, dos dioses que se alzaron entre las estrellas en forma de radiantes soles que ayudaron a Úsula a que aquella tierra recién creada pudiese cobijar la vida , y, tras ellos, nació Nameter en pos de que Zealoth mantuviese el equilibrio que debe existir entre todas las cosas y seres. Nameter alzó su manto de oscuridad y mantuvo su rostro siempre atento en el cielo como una gran luna de colores grises y ocres. Si los gemelos otorgaban su calor era Nameter quien bendecía con su frescor nocturno.

Úsula, junto a sus hermanos y hermana había dotado Zaeloth de grandes lagos, mares, océanos, montañas y planicies pero quedaba aún lo más importante por hacer. Mientras todos debatían qué seres podrían habitar esta nueva tierra nació Emérd – Oa para insuflar movimiento a Zaeloth por medio de sus vientos y mareas. Emérd-Oa era joven y volátil; creó y destruyó pero el resto se sintieron agradecidos de su aportación y aceptaron de buen grado el caos pues con él vinieron las lluvias, estaciones y movimientos en el cielo.

Úsula entonces puso sobre el mundo gran cantidad de seres: animales con una gran diversidad de formas y colores que se extendieron por el mundo y lo hicieron suyo. Nació después Tien-Tull.
Tien-Tull entregó el regalo del descanso, de la muerte y el ciclo eterno de las energías que dotan de vida a todos los seres. Úsula, sus hermanos y hermanas se regocijaron pues vieron que el ciclo estaba completo: Zealoth era digno y estaba preparado para ser presentado a sus padres.

Mientras las edades pasaban y los dioses perfeccionaban su obra ninguno se dio cuenta del nacimiento de Il-Danaq. Nadie sabe quién fue el responsable de su nacimiento pero está escrito que en el parto  arrebató parte de la vida de Xid, lo que causó un tremendo pesar en el resto de hermanos y terribles tormentos en Zealoth así como los seres que la habitaban. Il-Danaq bajó a Zealoth e insufló de vida y poder a unos nuevos seres llamándolos Danaq-Éter. Los que más adelante serían conocidos como Elfos.

Los dioses pensaron en acabar con la creación de Il-Danaq para limpiar Zealoth pero Úsula detuvo la mano piadosa de Tien-Tull y les permitió vivir en armonía con el resto de seres de su mundo. Los Danaq-Éter poblaron todo Zealoth, descubrieron sus secretos y convivieron con el resto de seres en una armonía casi perfecta hasta que nació Ras´All.

 

 

 

 


 

LA PRIMERA ERA

El nacimiento de la penúltima de las deidades fue  tan repentina como previsible. Los Danaq-Éter habían crecido tanto que llegó un momento en que este paraíso les quedó pequeño y no pudieron saciar su apetito. Entonces las tribus de elfos comenzaron a luchar entre ellas para hacerse con los recursos y el poder que encerraba Zealoth. Así nació Ras´All, el dios de la Guerra y la destrucción. Si Tien-Tull era la diosa de la muerte, el descanso y la renovación, Ras´All fue el dios que precipitó ese final con un duro golpe sobre la mesa, arrojando a los desdichados al fuego eterno para ser consumidos.

La guerra de los Danaq-Éter sumieron a Zealoth en la oscuridad durante una era entera. Con ella la vida de Xid prácticamente se extinguió hasta quedar como un cascarón vacío que ha permanecido anudado a su hermano desde entonces. Quizá el vínculo del nacimiento de Il-Danaq lo causó, quizá fue la propia codicia de los elfos. Fuera como fuese Zealoth no volvió a ser el mismo.

 

 

LA SEGUNDA ERA

Con el inicio de la Segunda Era y la pérdida de uno de sus hermanos,  Úsula  vio desde el cielo que su mundo estaba descontrolado. Los otros dioses trataban de ganar el afecto y reconocimiento de los seres que poblaban su obra y los elfos descubrieron que dentro de cada pieza de la creación residía una parte del poder de los dioses, los llamados Arcanos. Los elfos empezaron a usarlos de manera descontrolada causando la muertes de decenas, quizá cientos de especies animales en Zealoth así como mutaciones y cambios tan importantes como devastadores. De este uso de los Arcanos nacieron las otras razas menores: los llamados Humanos,  Enanos, Orcos o la raza media. Todos estos seres se esparcieron por el mundo como semillas y se multiplicaron poblando Zealoth, libres, pero inevitablemente unidos para siempre a sus creadores.

Zealoth distaba mucho del mundo que Úsula había concebido en un principio: estaba repleto de maldad, codicia, guerra y caos entre las diferentes razas y, sin embargo, una de ellas la llamaba poderosamente la atención, los seres Humanos.

Eran frágiles, débiles tanto de cuerpo como de mente y, sin embargo, tenían una habilidad innata para sobrevivir. La diosa comenzó a tratar con ellos y un día, cerca de la tercera era, una parte de sí quedó para siempre ligada a estos seres en forma de un niño al que todos conocerían como el Sacrosanto. Los otros dioses miraron este bastardo con envidia, celos y desconfianza; un dios de carne humana que andaba sobre Zealoth no auguraba nada bueno y, sin embargo, les daba la posibilidad de hacer lo mismo con las otras razas. Así pues cada deidad escogió un “Paladín” a su cargo, una extensión de su divinidad en Zealoth sin entender que el Sacrosanto no lo era pues él fue creado con el amor de una madre generosa y pura mientras que el resto de deidades mancillaron su creación por un propósito nacido de los sentimientos más oscuro, como la envidia o el odio.

 

 

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Parte 1 - Trasfondo y Ambientación.


 

 

 

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