Continuamos una semana mas con nuestro PROYECTO DIARIO, uno de nuestros "sueños" que siguen tomando forma pero, desde luego, no el único.
En breve colgaremos por aquí otros trabajitos en los que tengo metida la cabeza (aunque quizá la pierda jeje)
Un abrazo!
CAPITULO IV
Con las gotas de agua aún
resbalando por mi cuerpo me apresuré a salir del plato de la ducha, cerrando
así el caudal de la misma, y pegué mi cuerpo contra la pared cercana con el
escalpelo preparado. La puerta se cerró.
Esperé durante unos interminables
minutos, obligándome a controlar el sonido de mi respiración, pero no hubo mas
sonidos... ni pisadas, ni palabras, ni nada. Me decidí a salir de allí,
desnuda, mojada, esgrimiendo un pequeño escalpelo entre mis dedos. Todo aquello
era grotesco y rozaba lo esperpéntico.
Al llegar al vestidor no vi nada
ni a nadie; ni el menor indicio de que alguien hubiese estado allí. ¿Me estaría
volviendo loca?. La herida de la cabeza me ardía por el agua caliente como si
un ser reptiliano se moviese por dentro de ella devorando todo a su paso, sin
embargo, las fuerzas estaban volviendo a mí pese a no haber comido nada. ¿Sería
el efecto de algún sedante o fármaco?.
Sacudí la cabeza y mi pelo empapado restalló como un látigo. Resignada me giré
hacia el teclado numérico del vestidor mas cercano, dispuesta a hacer valer mi
magia. Mis dedos acariciaron los números pero quedaron quietos, impávidos. Ah,
claro. Este no es.
Me dejé llevar por el instinto,
por aquella parte de mi cerebro que sabía las cosas pero se las guardaba para
sí mismo, y cerré los ojos; mis pies se movieron hasta un vestidor contiguo, a
no mas de dos espacios del anterior. Inmediatamente mis dedos teclearon una
sucesión de números hasta que sonó un leve chasquido del cierre y el frontal
del vestidor se abrió hacia mí, mostrando una decena de uniformes oscuros,
botas, camisas y ropa en general. También había toallas así como efectos de
aseo personal femenino... era como si me hubiese tocado la lotería.
Embriagada por la emoción no me
dejé derrotar por lo deslucido de aquellos hábitos. La ropa era sobria, oscura,
sin ninguna clase de adorno o emblema. No tenía mucho donde elegir dado que
parecía un "copia-pega" del mismo uniforme así que no perdí el
tiempo, me sequé con la toalla y me equipé de arriba abajo con aquella
indumentaria parecida a las de los mecánicos o pilotos o... ¿soldados?. Cuando
terminé guardé mi querido escalpelo pegado a mi bota, de forma que no pudiese
clavárseme por accidente, y me dispuse a cerrar el vestidor nuevamente pero algo
llamó mi atención en su interior, algo que ya había visto antes...
...La cadena de plata no era nada
llamativa de por sí pero dentro de ella se encontraba encerrada una tarjeta de
plástico de color blanco con una franja rojiza atravesándola en diagonal. No
había nombre, ni foto, ni nada mas. Joder con el puto secretismo. ¿Acaso era
esto una de esas instalaciones secretas de las películas?. No sabía ni donde
coño estaba con lo que podía dejar volar mi imaginación sin prejuicio alguno
aunque algo me decía que el tiempo no obraba a mi favor.
Coloqué la cadena rodeando mi
cuello y la escondí bajo el mono y la camisa, dejando que se apoyase en mi
piel. Me sentía mucho mejor, sin duda; era como si aquel agua hubiese
reactivado mi cuerpo y me hubiese dado energías para continuar.
Centre denuevo mi mirada en las
taquillas. Si la ropa estaba en los vestidores ¿qué otro tipo de efectos
personales podrían contener?. No tenían teclado, ni cerraduras, ni nada. Se me
pasó por la cabeza intentar reventar una a golpes (quizá estaba descubriendo
una faceta de mí) pero enseguida me di cuento que tenía la solución en mi
pecho.
No hizo falta ni sacar nuevamente
la tarjeta de debajo de la ropa, simplemente con acercarme a las taquillas
escuché el "click" y luego una de las puertas se abrió de par en par.
8036. ¿Mi taquilla?. Me acerqué
con miedo a lo que podía encontrar en su interior. Cuando mis ojos avellana se
asomaron a la ventana que había abierto mi pulso se aceleró. Incrédula me quedé
un momento sin respiración. Allí esperaban las respuestas.
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