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"HERMANOS DE SANGRE: CAP. III - VENENO EN LA SANGRE" - cont -


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Ya sé que no es Miércoles pero, en previsión de que esta semana también va a ser durilla, y como la anterior no pude colgar la parte correspondiente a este capítulo del cuento, voy a hacerlo hoy.

Igualmente como siempre digo me encuentro en constante modificación y rectificación de los textos gracias a vuestros aportes y a los propios. Así mismo he cambiado el título del capítulo III por el de "De Noble estirpe" por razones que ya comprendereis (en el anterior ya quedo reflejado la temática del mismo).

Así pues os dejo con las páginas finales de este 3er capítulo... espero que os guste y que sigáis mandando vuestras opiniones al respecto.

Un saludo!!

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El ónice caballo galopaba frenético entre los árboles. El frondoso bosque de Simsalad ocultaba la luna y dejaba bajo sus copas los restos de un invierno que tocaba a su fin. Gabriel sintió el frío viento en su rostro, intentando arrebatarle la capucha que se ceñía sobre su cabeza, el jadeo constante de su caballo, las crines volando contra su cuerpo. Dos animales unidos en uno, corriendo bajo las Lunas Gemelas, intentando conciliarse con sus mundos.

Varios días habían pasado ya desde su marcha de Birlad, su fuga apresurada, pero aún le quedaba una larga marcha. Todas las llanuras, altiplanicies y bosques de Termidón eran pasto de la guerra y nadie en su sano juicio atravesaría sus tierras si no era para buscar cobijo en las ciudades y pueblos de Izauba o en las mas limítrofes tierras Desferro. Puentes destrozados, pueblos pasto de las llamas y muertos por doquier daban fiel testigo de todas las penalidades que azotaban Yakán desde tiempo atrás y que dejaban naturaleza, vida y luz, en un segundo plano, bajo el enorme interrogante de aquellos que nada pueden hacer para frenar la locura humana.

Termidón. Antaño había sido una región rica, próspera y pacífica, cuyas gentes, sin trono ni Rey, decidían libremente por medio de un "Gobierno de populares" lo que convenía a su pequeña congregación de comerciantes y artesanos bajo su capital, GonderHark. Desferro, Izauba y Sanaustra siempre habían respetado estas tierras hasta que, años ha, la casa Barcaztegui se había erigido con el poder electo en toda la región, representando una clara amenaza para el resto de Casas. Actualmente, tras la "unión de sangre" entre las casas Montero y Barcaztegui, Termidón se había convertido en un "estado independiente" bajo el protectorado de Desferro, lo que le había otorgado el insigne honor de encontrarse en el ojo del huracán de todo el conflicto entre ambas regiones...




Gabriel no podía evitar sentirse herido cuando atravesaba estas tierras, ahora marchitas. Él había nacido allí del vientre de su madre y aún quedaban hondas raíces en su alma que lloraban al ver toda aquella destrucción. Las guerras se nutren de la estupidez humana - recordaba que le había dicho su madre en alguna ocasión. Ahora, mientras su caballo se encaminaba raudo hacia las montañas del "Fin de la Tierra", todos sus recuerdos, sus sentimientos y su dolor se hacían mas patentes si cabe.

Oragath apareció entonces ante sus ojos. Los restos de esta pequeña ciudad quedaban visibles tras los desnutridos y negruzcos árboles; el suelo quemado, las marcas de ruedas sobre la tierra y las tiendas de campaña militares que rodeaban el asentamiento. Con el batir de los pendones Desferro en lo alto de sus penachos Gabriel no se sintió afortunado de encontrar Oragath bajo su defensa.  Poco quedaba allí que defender mas allá de un par de casas en ruinas, fosas donde orar a los caídos y tiendas donde intentar sanar las heridas de la guerra.
Lo que realmente llamó la atención del joven fue el pasivo despertar de las tropas, el lento y cabizbajo caminar de los soldados y las miradas esperanzadas de aquellos pueblerinos que parecían contener un atisbo de felicidad en sus gargantas.



Aminoró la marcha de su caballo y se encorvó un poco mas sobre su silla hasta que pasó cerca de uno de los pueblerinos de aspecto desnutrido que se encontraba acumulando cadáveres en un lado del camino.

- ¿Qué es lo que ocurre?, ¿el ejército Desferro prepara su avance sobre Tilia?. - Gabriel sabía que el movimiento mas acertado de Desferro pasaba por doblegar Tilia, pues esta ciudad amurallada de Izauba cerraba el paso de los ríos "cruzados" en el sur y suponía una clara amenaza para sus gentes y ciudades mas prósperas.
El lugareño se limitó a negar con la cabeza y mirar a la figura sombría que proyectaba Gabriel sobre su montura.

Resignado por no llevar encima ni una moneda que pudiese soltar la lengua de aquel pobre desgraciado decidió continuar pero su paso se vio truncado por dos guardias Desferro que le cortaban el paso con sus alabardas.

- Quizá podamos ayudarle nosotros, señor - alzó la voz uno de ellos mientras el otro revisaba el caballo en busca de marcas de propiedad.

- Efectivamente, soldado, buscaba una razón para que nuestras valerosas tropas Desferro levanten el asentamiento. ¿Quizá el avance de la guerra obliga a replantear la estrategia de nuestros nobles comandantes?.

El soldado que había hablado pareció sonreír bajo su capacete y miró al compañero que ya se encontraba dando la vuelta alrededor de la montura.

­- No es algo que le concierna, aún así puedo decirle que llegan noticias del oeste sobre una tregua en esta contienda. Quizá los cobardes como usted puedan ya volver a sus casas.




Gabriel esbozó una leve mueca de extrañeza bajo su capucha y sintió como sus ropajes pesados y su túnica negra se revolvían por el aire. El otro soldado había terminado su vuelta alrededor suyo y finalmente se incorporó a la conversación.

- Este caballo es robado - sentenció.

­- Perdone pero es de mi propiedad. ¿Qué le hace pensar que no es así?.

Aunque la voz de Gabriel había sonado firme su mano ya se desplazaba por entre sus ropas. Quizá hiciese falta salir de allí a la carrera y no tenía intención de perder mas tiempo. El soldado le miro de arriba abajo y luego cruzó su mirada con la del otro soldado, que aún se mantenía en pie frente a Gabriel.

- No creo que un hombre pueda costearse un caballo así. ¿Es usted noble quizá, un Barón sin su escolta o un "pisaverdes" que se encuentra de viaje?. Dudo que sea así o ya nos lo habría hecho saber nada mas pararle para que dejásemos de entorpecer su camino...

Antes de que el soldado pudiese terminar la frase Gabriel golpeó con su bota la cara de este y azuzó a su caballo arremetiendo contra el que cerraba el paso. El impacto de la bota sobre la cara del primero hizo que cayese automáticamente de culo sobre el suelo embarrado mientras que el caballo logró apartar al segundo a un lateral el tiempo justo para que iniciase la galopada. Gabriel se aferró con fuerza y espoleó su montura para salir de allí antes de que los guardias diesen la alarma pero esta corría ya como la pólvora en las cercanías y no hubo recorrido cien metros cuando una saeta le impactó en el hombro, derribándole del caballo y dando con sus huesos en el suelo.




El dolor era intenso, nada que no hubiese sufrido ya, pero aún así molesto. La caída, por suerte, no le había roto el cuello. Tras tantos años de correrías ya sabía lo que hacer y como hacerlo para no tener que preocuparse por dolores y roturas de huesos peligrosas al caer de un caballo.
Para cuando Gabriel se estaba levantando, embozado aún entre sus ropajes, sintió a varios soldados a su alrededor, intentando que no volviese a huir.

- Maldito bastardo, quédate ahí quieto si no quieres que te ensartemos como un pollo.

Un par de soldados apuntaba con sus ballestas ligeras mientras otro de ellos se acercaba, dejando su alabarda para desenfundar su espada.

- Vale, vale... ya esta, me rindo - Gabriel seguía tocándose el hombro herido con su mano derecha, notando como la sangre resbalaba por su brazo y goteaba en el suelo embarrado. Cuando el soldado se hubo acercado lo suficiente Gabriel reaccionó, girando rápidamente sobre sí mismo para alcanzar con su mano sana el brazo que sostenía la espada del soldado. Pese al intento por este de forcejear para evitar el desarme Gabriel tenía mayor destreza y habilidad e hizo girar el cuerpo para colocarlo delante suya, haciéndose con el control de la espada y poniendo el filo en el cuello de su presa.

El resto de soldados seguían apuntando con la ballesta a ambos pero sin posibilidad de alcanzar a Gabriel con la certeza de no herir a su compañero.

- Ahora creo que estamos en tablas - Gabriel esbozó una ligera sonrisa pese al dolor. No podría salir de allí con todo el destacamento alrededor, y menos después de lo sucedido - creo que lo mejor es que me conduzcáis a ver a vuestro oficial al mando. 

- Sabandija es... escurridiza - las palabras del soldado que ahora era un "escudo humano" resbalaban de sus labios contenidas por tener el filo de su propia espada presionando su garganta - no te has conseguido mas que tu salvoconducto a la orca.




Largos fueron los minutos, al menos para el pobre soldado hecho preso. Finalmente una veintena de tropas rodeaban a Gabriel y le apuntaban con sus ballestas hasta que llegó el Oficial de las tropas Desferro. Su mellada armadura, los restos de sangre y las cicatrices que plagaban su rostro cansado daban fe de su experiencia en la guerra. En cuanto se abrió paso a través de sus hombres Gabriel soltó la espada y de un puntapié apartó al soldado, alzando su brazo en señal de rendición.

- ¿Qué coño ha pasado aquí que no sois capaces de acabar con un vulgar roba-caballos? - el oficial apartó de un empujón al recién liberado soldado y desenfundó su propia espada. El metal refulgió como si de una centella se tratase. Gabriel apartó los ropajes y la capucha que aún cubría gran parte de su rostro. Al momento el oficial paró en seco.

Hincando la rodilla a tierra agacho la cabeza y clavó la espada en el lodazal en que se había convertido el suelo.

- Perdonadme Señor, no os había reconocido. Ruego disculpéis nuestra estupidez.

Gabriel sonrió abiertamente.

- No hay nada que perdonar; no deseaba mostrar mi identidad y vos y vuestros hombres solo cumplieron con lo que debían hacer. Es un honor que las tropas Desferro sean tan tenaces y sus oficiales tan eficientes. Ahora, por favor, procuradme un sanador y contadme qué es lo que esta ocurriendo...

 
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CONTINUARÁ...
 

CAPÍTULO IV: UNIÓN DE SANGRE


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