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Intentando "Maximizar la suerte"




Nuevamente FrankMoney nos trae de su mano un magnífico artículo sobre el mundo del póquer en el que tratamos de enfocar la "suerte" y sus peculiaridades. Es una obra bastante buena de David Apostolico que espero os ayude a mentalizaros sobre el uso y el origen de este quebradero de cabeza que muchos tenemos jugando nuestros naipes ^^

Aprovecho para felicitar a Frank por rescatarlo e invitaros a leer su blog desde los enlaces laterales ;)





¿Quién es el jugador más afortunado de la mesa? Aquel que saca el máximo posible de una racha de buena suerte, cuando esta aparece. La suerte, buena o mala está en la base del póker. Quejarse de ella es tan inútil como esperarla.

La suerte afectará, en todas sus permutaciones, a todos los que se sientan a una mesa, y a largo plazo, las buenas rachas compensarán a las malas. Aunque para el jugador inexperto, parecerá que algunos jugadores son extremadamente afortunados. El novato siempre lamentará la suerte del jugador más hábil.

Parte de esto es simple racionalización. Está en la naturaleza humana atribuir el éxito ajeno a la suerte, de esa manera no nos sentimos mal acerca de nosotros mismos. Más significativo, sin embargo, es la falta de habilidad para ver los méritos detrás de la suerte.

Las cartas, incluso las buenas, no cuentan toda la historia. Recibir un par de Ases en la mano es afortunado. Jugarlos bien y extraerles el máximo beneficio no lo es.

Existe algo de sabiduría aceptada en el póker que dice algo así: Cualquiera puede jugar bien cuando recibe buenas cartas, pero sólo los buenos jugadores pueden jugar bien cuando no las reciben.

La implicación de esto es que lo que separa a los buenos y malos jugadores es la forma en que se desempeñan cuando no recibe buenas cartas. Hay algo de verdad en eso, pero tampoco cuenta toda la historia.

Lo que separa a los buenos jugadores de los malos es su habilidad para jugar mejor todas y cada una de las situaciones. Incluyendo aquellas en las que han tenido suerte.

La suerte viene en muchas formas en el póker y muchos jugadores inexpertos no son capaces de reconocerla. Los buenos jugadores no sólo la reconocen; sino que son capaces de explotarla.

La suerte ocurre cuando todos se retiran hasta ti, que estás en el cutoff, y necesitas fichas desesperadamente para permanecer en el torneo. Un buen jugador apostará, con independencia de las cartas que haya recibido, mientras que uno malo se retirará, lamentando su mala suerte.

La suerte ocurre cuando un rival no hace una apuesta de continuidad y pasa después del flop. Un buen jugador siente la debilidad y se lleva el bote. Uno malo pasa. La suerte ocurre cuando un rival hace una apuesta débil y te da odds suficientes para seguir en la mano y, eventualmente, completar tu proyecto.

Los buenos jugadores aprovechan esas ventajas. Los malos son los que tienen miedo de proteger su mano y se quejan de su mala suerte cuando un rival logra un proyecto en el river.

La suerte ocurre cuando cuatro jugadores entran al bote antes que tú, y tienes 4?3? en el botón. Un buen jugador también entra, mientras que uno malo se retira con lo que percibe como una mano “injugable”. Cuando el flop sale A?2?5?, el buen jugador es considerado afortunado.

La suerte ocurre cuando todos en tu mesa se vuelven más conservadores ya que se aproxima la burbuja del torneo. Los buenos jugadores se vuelven más agresivos y acumulan fichas. Los malos también se vuelven más conservadores y rezan para llegar al dinero.

Finalmente, la suerte ocurre cuando recibes una mano monstruosa. Un buen jugador conocerá a su rival y sus tendencias. Adicionalmente, un buen jugador sabe lo que su rival piensa de él. Un buen jugador hará constantes ajustes y variará su juego para mantener a sus rivales en la oscuridad. Un buen jugador sabe lo que sus rivales pueden tener, y cómo es posible que jueguen esa mano.

Un mal jugador juega en el vacío, con poco o ningún pensamiento dedicado a la situación de su rival. Cuando recibe una mano fuerte, no sabe cómo extraerle el máximo rendimiento. Se limita a apostar y a esperar los acontecimientos.
Aprende a reconocer todas estas, y otras, situaciones “afortunadas”, y cuando te ocurran, aprovéchalas.


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