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Preparativos para la Ceremonia ^^

Bueno, como es costumbre ya os voy a seguir adelantando la siguiente parte del relato/cuento "Hermanos de Sangre" en la continuación del Capítulo que corresponde a la Ceremonia. Esta vez son apenas 3 páginas antes de que llegue el día clave donde empezará una nueva etapa para todos los personajes.

Sin mas que entreteneros os dejo con ello.




Un saludo y espero que os guste!





CONTINUACION (II)

La tos se había endurecido; definitivamente no se encontraba bien. Francisco volvió a sufrir un ataque, notando como la garganta le quemaba y arrancaba pedazos de carne y sangre en el proceso. Tuvo que apoyarse en la mesa cercana y desprenderse del peto que cubría su pecho; cuando volvió a mirar la mano con la que había cubierto su boca descubrió que estaba manchada de sangre. Maldita fuese su edad, su cansancio y aquella tos que le asaltaba.

Rápidamente los siervos a su cargo se acercaron a ver que ocurría en el interior de su tienda, al igual que uno de sus guardias personales que vigilaba la estancia.

- ¿Qué le ocurre mi Señor, se encuentra bien? -  el guardia revisó los alrededores en busca, quizá, de algún enemigo oculto, preparando la espada de su cinto por si fuese menester.

Los dos siervos llegaron hasta Francisco y le ayudaron a sentarse. Ya había atardecido y apenas unas horas faltaban para la Ceremonia pero el calor apretaba y en toda la Llanura parecía haberse producido un aumento mas que significativo de la temperatura, como si hubiese llegado el verano de repente. Uno de ellos se apresuró a traerle vino mientras que el otro, una chica joven de no mas de trece primaveras, le ayudaba a quitarse la ropa sobrante y limpiaba el sudor que recorría todo el cuerpo del Rey Desferro.

- Tiene fiebre mi Señor. Quizá debería retirarse a su cama para descansar.



Francisco sentía que se encontraba con su armadura de placas en medio del desierto de Sanaustra. ¿Calor?, no, quizá una sensación mas allá, como si las puertas de Ágate se hubiesen cerrado tras de sí dejándole sin aire, sin control apenas de su cuerpo por el tremendo infierno que sentía en su interior.

Bebió de un trago la copa de vino en cuanto llegó a sus manos pero esto no hizo sino aumentar el dolor lacerante en su garganta, como si una antorcha se hubiese introducido por ella. Volvió a toser, esta vez con mas fuerza. Hubiese caído al suelo de no ser por la ayuda de sus dos sirvientes y su guardia. Debía descansar, reponer fuerzas, la mañana siguiente era la mas importante para Deferro, para el futuro de Yakán y las Casas, sí, seguramente un poco de sueño lograría mitigar sus dolores...


- Enseguida llamaremos al Apotecario, mi Señor. Trate de descansar.

Mientras el guardia y el sirviente acompañaban a Francisco a sus aposentos privados la joven chica salió al exterior de la tienda y examinó los alrededores. Debía avisar al sanador para que revisase la salud del Rey pero no debía despertar sospechas sobre su estado actual para evitar que cundiese el pánico o pudiese rumorearse sobre el motivo de ello.
Se dirigió tan pronto como pudo a la tienda de Jiménez rezando para que este pudiese ofrecerle al Rey un remedio... había algo que a la muchacha le daba una mala intuición...


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- Perfecto, la Ceremonia seguirá tras el proceso y Alanda terminará recitando sus votos - la Reina Tusana revisaba un pergamino entre sus manos mientras sus pies descalzos recorrían el interior de su tienda. El suelo era un manto de verde hierba entretejida como si brotase bajo ellos.
Al fondo de la estancia Valeria seguía colocando una serie de telas y vestidos, disponiéndolos en orden según marcaba la tradición de las Hijas.

La entrada de la tienda dio paso a un guardia acompañando a una joven sirviente.

- Perdonad, mi Señora, esta muchacha dice traer unos utensilios para la Hermana Valeria.

- Esta bien guardia, dejadla pasar y retiraos.
 

Tusana miró a la muchacha, parecía acelerada, ansiosa, quizá incluso nerviosa, pero las palabras de Valeria habían despejado cualquier duda sobre su razón para estar allí. Bueno, quizá no todas las dudas. Cuando la muchacha llegó hasta la Sacerdotisa y dejó en la mesa un pequeño baúl para comentar algo entre susurros con su "ama" Tusana ya sabía que aquella niña no era solo una ayudante sino también una informadora.

- ¿Qué ocurre Hermana? - la voz de Tusana era una demanda cortés. Valeria hizo marchar a la muchacha con un gesto de su mano y esta se retiró de la presencia de ambas entre reverencias.

- Nada grave mi Señora. Esta sirviente ha traído unos útiles que me eran de necesidad pero no ha podido evitar su falta al  hacerme llegar una noticia del campamento Desferro. Su falta es la mía, por favor perdonadnos por ello.

Valeria agachó la cabeza y se arrodilló a la espera de las palabras de su Reina.

- Esta bien, decidme Hermana cuál es esa noticia que os ha traído vuestro pajarillo y quedaréis perdonada.

la Hija se incorporó, quedando frente a Tusana - No es nada de especial importancia mi Señora, tan solo parece ser que la salud del Rey Desferro se ha visto mermada, sin duda alguna por este largo proceso de la ceremonia y el viaje. Según me han hecho saber se encuentra ahora mismo reposando en su tienda personal y su apotecario cuida de él.

- Gran cantidad de información para tan solo un susurro, ¿no creéis mi querida Valeria?.

- Ya conocía de la quebradiza salud de Montero, mi Señora; mi sierva tan solo me ha verificado que finalmente se encontraba en cama - la Consejera Mayor y Sacerdotisa de las Hijas hizo un gesto de respeto y sumisión agachando levemente la cabeza ante la mirada de Tusana, ofreciendo así una explicación razonable a la vez que su interés porque esta perdonase su falta.

- Esta bien Valeria. Que las noticias sobre la salud de Francisco me sean notificadas sin dilación. Apenas queda esta noche antes de la Ceremonia y no me gustaría que nuestro "Rey" faltase a su cita en ella... es demasiado importante.

- Como deseéis mi Señora.

Valeria aceptó el perdón de Tusana y volvió a erguirse, reanudando su tarea con las telas y abriendo el pequeño baúl para obtener de él patrones de nuevos colores y formas mientras Tusana parecía ausente, pensativa, moviéndose errática por el interior de la tienda aún con el pergamino entre sus manos.

La Sacerdotisa y Consejera Mayor de las Hijas sabía que Tusana sentía un especial aprecio por el Rey Desferro. Muchos habían sido los años que ambos habían convivido en su infancia, cuando la paz existía, aunque la propia Valeria dudaba que Tusana conociese el motivo real de aquel cariño. Todo ello no importaba ya; el pasado estaba olvidado a los ojos de todo hombre y tan solo debía importar el futuro, costase lo que costase.

El preparado había empezado a surtir sus efectos sobre Francisco y tras la ceremonia (si llegaba a levantarse de su postramiento en cama) el Rey Desferro no sería mas que otra lápida en su mausoleo familiar, junto a su esposa, dejando el reinado de la nueva Casa en manos de las Hijas nuevamente.

Por un momento Valeria no pudo evitar pensar en el joven heredero, Eduardo, o en el chiquillo llamado Gabriel. Ninguno de ellos sería un problema para los objetivos de la Ama. Gabriel no era mas que un bastardo sin arraigo intentando encontrar su lugar en el mundo mientras que el destino de Eduardo había estado siempre marcado por el acero. Sí, estaba claro, la Ama lo había visto y Valeria confiaba ciegamente en sus dotes. Tusana lloraría el luto al igual que el pueblo pero las Hijas habían estado mermando la salud del Rey durante años desde las sombras... nadie sospecharía porque finalmente hubiese cedido al Hacedor; mas aún verían en ello un motivo de premura por el que Francisco había decidido finalmente conseguir la paz por medio de la Unión de Sangre, evitando así dejar su reino tan solo en las manos de su belicoso hijo Eduardo.


La Consejera Mayor de las "Hijas de la Luna" se volvió nuevamente hacia su Reina con gesto sereno.

- Perdonad mi Señora, debéis elegir el acabado para el acompañamiento de vuestra hija. Pronto será la Reina de la Casa mayor de Yakán y todo debe ser perfecto.

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PROXIMAMENTE:  "EL DÍA DE LA CEREMONIA"

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