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Hermanos de Sangre: Final capítulo V




Encontramos el final para este capítulo V (el mas largo de todo lo que va de cuento/novela/relato) de "Hermanos de Sangre" dejando entreveer lo que se espera mas adelante. No son mas de 3 hojas pero prefiero dejar así finalizado el capítulo antes de proseguir con "La Ceremonia".

Hoy no tengo mucho tiempo para extenderme así que solo dire: "Que lo disfrutéis".

Un saludo!








Había alcanzado la tienda de honor con rapidez, dejando atrás a aquella "princesa de sus sueños" para encaminarse nuevamente a la seguridad del festejo cuando chocó contra Eduardo. Por un momento quedó aturdido hasta que su hermano mayor le agarró fuertemente por el hombro, obligándole a salir de su perplejidad inicial.

- Gabriel, tenemos que hablar.

El joven solo pudo asentir. No había forma de que Eduardo pudiese haberse enterado de su conversación con Alanda o que pudiese haber visto aquel "beso robado", sin embargo los dos hermanos tenían que poner al día sus cuestiones y este era tan buen momento como cualquier otro.

Gabriel caminó tras Eduardo, atravesando los grupos de invitados y las felicitaciones de estos por el enlace, hasta que llegaron a una parte mas tranquila y despejada. Eduardo apartó con su mano (aún herida por la otra noche) un pequeño cortinaje que separaba la zona de los sirvientes y doncellas y le invitó a pasar. Dentro apenas quedaba nadie, todos estaban azarosamente envueltos en llevar comida y bebida por lo que ambos quedaron sumidos en una tranquila y silenciosa privacidad. Fue Gabriel quien inició la conversación, ya mas relajado.

- Es un inesperado privilegio verme sumido en un enlace como este; nunca pensé que llegase a producirse...

- Ni debería haberse realizado, ya lo sabes. ¿Por qué no has cumplido con tu misión?.

Gabriel miraba a su hermano a los ojos. No buscaba en su cabeza ninguna excusa sino una explicación razonable que un hombre de armas como aquel pudiese entender.

- Hubo complicaciones - sentenció - la infiltración en Birlad fue fácil pero la guardia estaba sobre aviso y me encontré con elementos inesperados.



 Eduardo agarró a Gabriel por los hombros y clavó su mirada en él, apretando con fuerza hasta sentir como la ropa cedía y su hermano contenía una mueca de dolor.

- Creí que eras suficientemente capaz para realizar esta tarea... todo hubiese sido mas sencillo; Birlad se hubiese sumido en el caos y Padre no hubiese tenido la estúpida iniciativa de realizar la Unión de Sangre para lograr la paz. Hubiésemos obtenido la victoria con un golpe demoledor.

Gabriel decidió omitir su encuentro con Alanda en las celdas del palacio, no hubiese sido precavido y era mas seguro para todos que se mantuviese en secreto, sin embargo, el fracaso de su visita a Birlad era algo que su hermano no perdonaría dado que le había conducido a la situación actual. Que Francisco, su padre, no tuviese conocimiento sobre lo que Eduardo había planeado tampoco era nada conciliador.

- Y... dime, ¿cuales fueron esos "elementos inesperados"?.

Eduardo aún no había soltado su presa pero Gabriel sentía que esta remitía poco a poco.


- Mi infiltración fue abrupta y precipitó mi captura. Nada que no pudiese solucionarse. Me trasladaron a las mazmorras pero allí mi huida se vio enturbiada por la aparición de una doncella que dio la alarma  antes de que hubiese llegado a las cámaras principales de la torre, lo que me obligó a huir sin poder ver cumplido mi cometido. Entended hermano que si la Reina o alguna de sus Consejeras me hubiese reconocido hubiésemos podido sufrir un gran contratiempo por lo que decidí que era mas sensato escapar de allí con premura.

Finalmente Eduardo retiró sus manos de los hombros de Gabriel y se mesó la barbilla de manera pensativa. Si nadie allí relacionaba a los Desferro con la infiltración no había nada que temer. Tusana era una mujer maquiavélica que bien podía guardarse esa información para utilizarla mas adelante pero confiaba en que Gabriel hubiese actuado con discreción, como tantas veces anteriormente había demostrado. Estaba claro que no había que temer nada pues Izauba desconocía de su intento de asesinato y su padre había quedado al margen de todo ello; solo los dos hermanos conocían la temeridad del hecho.

- Es una contrariedad, sin duda, pero creo que el Hacedor así lo quiso. Nada podemos hacer para oponernos a su decisión.

Gabriel asintió. Se sentía frustrado por haber fallado. La muerte de Tusana hubiese supuesto el fin de la guerra y la caída de Izauba, aunque también se encontraba aliviado porque Alanda hubiese quedado en el anonimato. De sospechar algo sobre aquello tendrían que buscar una manera de silenciarla pero dudaba que una joven como ella tuviese la osadía de confesar a su madre que había descendido a las mazmorras y conocido allí al segundo de los hijos Montero Barcaztegui. Hablaría con ella en cuanto pudiese para saber hasta que punto podía confiar en ello.

 
- Esta bien, puedes irte - Eduardo se giró, dispuesto a marcharse de allí y reunirse nuevamente con los invitados pero entonces fue Gabriel quien le detuvo.

- Perdonadme hermano. No quisiera dejaros ir sin hablar con vos sobre vuestra Unión de Sangre con la princesa Alanda. ¿Qué pensáis hacer?.

Eduardo no pudo evitar sonreír ante la ingenuidad de su hermano. Era un pobre diablo que no conocía nada de la vida mas allá de sus viajes y aventuras y todo aquello quedaba demasiado grande para una cabeza tan poco provista.

- La ceremonia tendrá lugar en unos días y culminará con la unión de ambas Casas. Padre es demasiado débil para hacer lo necesario para que Desferro permanezca pero ya he tomado medidas para que Izauba pague lo que debe a nuestro pueblo. Solo espero que esas brujas sufran y el Hacedor las encierre tras las puertas de Ágate con el resto de demonios. Así quizá Yakán podrá restablecer el equilibrio.

Eduardo se deshizo de Gabriel apartándolo sin el menor cuidado para encaminarse de vuelta a la tienda de honor mientras este le miraba pensativo. Conocía de primera mano la crueldad de su hermano y que haría todo lo que estuviese en su mano para ver cumplidas sus metas, solo lo restaba descubrir cuales eran y qué papel jugaría él en ellas...


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La noche había jugado sus cartas. Las piezas estaban colocadas y la partida dispuesta. Solo el Hacedor podía atisbar la resolución. Mientras las Lunas iluminaban débilmente las tierras de Yakán la ira y el rencor hundía sus raíces bajo ella y consumía centímetro a centímetro bosques, llanuras y colinas por igual.


 
Una insondable tormenta de polvo y arena se desplazaba desde el oeste hacia la Llanura del Ocaso, devorando pueblos, gentes y animales; drenando la vida de todo aquello que se ponía a su paso, con solo una idea en la mente de aquel que la comandaba.
Baltazar Alexander solo podía albergar un pensamiento en su marchita cabeza. Venganza.

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Próximo capítulo: "LA CEREMONIA"

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